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Aplicaciones reales y actuales de la Firma Electrónica en México

 Miguel Villegas - Edicom

Hoy en día hablar de digitalización en México conlleva muchos factores, uno de ellos es la firma electrónica de documentos. Hace 20 años recuerdo lo difícil que era conseguir una firma del representante o apoderado legal para un contrato ya que se había ido de vacaciones al extranjero o se encontraba de incapacidad médica. Hoy en día estas limitaciones pasan a segundo termino con la firma electrónica.

En el 2012 sorprendió ver el Diario Oficial de la Federación la publicación de una Ley Federal de Firma Electrónica Avanzada, la cual resaltaba entre otras cosas, palabras más palabras menos, que la Firma Electrónica Avanzada era más segura y confiable que la firma autógrafa. Esto detonó artículos, tesis y libros por parte de los especialistas en Derecho Informático e Informática Jurídica donde se ponía en duda la seguridad de la tecnología por un tema muy importante el “No Repudio”. Esta cualidad de la Firma Electrónica Avanzada ha permitido que procesos en diferentes sectores y mercados como el financiero o gubernamental hayan evolucionado al grado que hoy podemos realizar la mayoría de los tramites bancarios desde la App en nuestro smartphone o llevar la resolución de un juicio a través de internet.

Pero el uso de la firma electrónica no para ahí, también podemos ver su uso en la firma de recibos de nómina, avalúos inmobiliarios y quizá el mayor uso de la firma electrónica en México, la firma de facturas electrónicas con el certificado de Firma Electrónica Avanzada que proporciona el SAT. Quizá se piense que en la actualidad México no cuenta con un gran uso de la Firma Electrónica, pero si volteamos a ver a países de la misma Latinoamérica nos daremos cuenta de que hay países en los que ni siquiera hay un sustento jurídico o una legislación en el uso de esta tecnología.

Aun así, México en la actualidad tiene mucho camino por avanzar en las sendas de la Firma Electrónica, ya que nos encontramos con mucho desconocimiento por parte de directivos y altos ejecutivos de grandes corporativos con respecto a la funcionalidad y la certeza jurídica de la firma electrónica tanto en contratos mercantiles como documentos de índole general. Sólo el mismo uso constante de la Firma Electrónica en las actividades diarias y procesos cotidianos romperán los paradigmas del uso de esta tecnología, que nos permite reducir tiempos y costos en los procesos actuales.